Desde la Prehistoria los signos gráficos van evolucionando, primero son pictogramas y dibujos, algunos consiguen el movimiento adaptando las figuras a las protuberancias del terreno, como en las figuras que se ven en Altamira, por ejemplo. De los dibujos y pictogramas hieráticos se va pasando progresivamente a formas más expresivas.
Un artículo de María del Carmen Calderón Berrocal
Los soportes escriptorios (piedra, arcilla, cera, etc.) condicionan grandemente, así como los ideogramas (recordemos las escrituras hispanoamericanas y las egipcias por ejemplo) y signos que en ellos se fijan con distintos tipos de útiles escriptorios que van a determinas una mayor o menor agilidad gráfica. No es lo mismo utilizar un cincel, que un stilo, que una pluma, que un lápiz, etc.




La Antigüedad presenta escrituras solemnes, tanto en epigrafía como en paleografía, que queda grandemente influenciada por la primera, la escritura en piedra, más monumental y solemne se utiliza para inmortalizar hechos y personas, “a tal señor, tal honor”, sin embargo más ágil la escritura en soporte blando (papiro, pergamino, papel), no deja de estar influenciada por los estilos epigráficos. Así veíamos capitales clásicas que parecían hechas a molde, recordemos la epigrafía romana y andando un poco en el tiempo, los libros de coro para cantar que, aunque en soportes blandos, participan de la monumentalidad y de la solemnidad para el fin que han sido diseñados.




La técnica escrituraria estaba próxima al trazado epigráfico y de las inscripciones o grabados que utilizaban para su trazado reglas, escuadras, cinceles, buriles, etc.; próxima a los diseños preconcebidos y de ductus estático.
El tiempo irá dando a la grafía nuevos aires, haciendo que el autor mismo quede en la escritura, que se pueda reconocer su personalidad, su identidad, la escritura irá adquiriendo agilidad, movimiento y personalidad, aunque las escuelas impartan caligrafía que intenta mejorar la factura de los grafemas, no así sería capaz de ocultar la identidad de su autor, que imprime voluntad, carácter, pasión, identidad a su pensamiento, a lo que dice y a cómo lo dice.
En la época clásica, incluso edad Media, las creaciones individuales y la expresión de la voluntad quedan ocultadas por la forma en la que debe hacerse la letra. Parece como si el escribano no fuese libre ante su escrito, está sujeto a férreas reglas que lo hacen seguir normas de factura escrituraria que homogeneizan lo que se escribe;y, tanto la técnica como los ritmos escriturarios van a ser mecánicos pretendiendo uniformar individualidades.
La escritura procesal es algo así como el acto de llevar un moño recogido y discreto y de repente quitarse todas las horquillas y dejar el pelo al viento.
En la humanística veremos la personalidad de cada autor e incluso en una misma cátedra, pueden, aunque en ocasiones es harto dificultoso, distinguirse todas las manos de quienes la constituyen. Las escuelas catedralicias tendían a homogeneizar tanto que a veces varios escritores ponen su mano sobre un mismo texto o libro y pasan desapercibidos pudiéndose concebir supuestamente un escrito como una unidad.
En un escrito siempre se impone la funcionalidad y practicidad que haga posible la comunicación y entendimiento de un determinado mensaje por el vehículo de la escritura, pero la escritura manual y sus formas irán en el tiempo, de forma progresiva, reclamando la expresión espontánea, que puede ser consciente, que no evita lo inconsciente, lo variable, mancando la personalidad y el sello individual de cada cual.
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