Bienaventurados aquellos que habiendo podido resistir los envites del sistema financiero, observáis ahora con furor caer el Euribor, y sentís alivio en vuestras espaldas, esa “carga”, no la nombréis, no sea que se despierte la bestia.
La tendencia parece que se mantiene, y porahora no se vislumbra un cambio de la misma, y vista la actual situación de estancamiento económico, no veríamos mal los mortales un nuevo abaratamiento del precio oficial del dinero, con el fin de revitalizar la actividad económica y de paso nuestra “carga”.
Digo bienaventurados, porque los dioses financieros ya no conceden hipotecas, por lo que los oprimidos por ellas nos podemos considerar privilegiados, fuimos invitados alrededor de su mesa, y nos permiten seguir costeando el festín.
Pobres de aquellos que en el futuro cercano precisen de nueva hipoteca, porque suyo será el reino de las listas de espera sin respuesta, del deseo inalcanzable, excepto si aportan el alma como aval, sólo así alcanzaran la plenitud existencial y material, una cruz que arrastraran hasta el final de los tiempos que dará sentido a sus vidas y de paso vivienda propia.
Oremos para que por gracia de los dioses financieros se abonen las vidas de nuestros descendientes con hipotecas a diferencial moderado, y sin avales, para conseguir la bondad de morada propia y trabajo estable, por los siglos de los siglos, y por el bien del sistema, por injusto que sea.
Alegrémonos hermanos , pongámonos nuestras mejores vestimentas y celebremos con gozo el descenso del euribor a la tierra de los paganos.
Recibamos este descenso como la sal de nuestra vida, el aliento necesario para pronto llegar con mayor sosiego a final de mes, y completar así, con resignada dignidad , nuestro proyecto de vida como hombres y mujeres libres al servicio del mandamás.
Que nunca nos prive de su gracia infinita y generosidad sin mesura, de su amor sin límite, pero sin llegar a la usura, que en estos tiempos de sacrificio padecemos con inmensa amargura.